jueves, 10 de julio de 2014

Argentina: La crisis del gobierno nacional frente a los holdouts ha evidenciado un preocupante choque de culturas

por Daniela Rodríguez
En los últimos días pocos temas han ocupado tanto lugar en la agenda política y en los medios de comunicación argentinos como la decisión de la Corte Suprema de los Estados Unidos de no dar lugar a la revisión del fallo vinculado a los holdouts, reafirmando así la exigencia del pago de la deuda a los acreedores de nuestro país. Más allá de las distintas cuestiones legales y económicas involucradas, el vergonzoso tratamiento que el gobierno nacional le ha dado al tema ha demostrado ante la comunidad internacional la existencia de abismales diferencias culturales entre nuestro hoy desvalijado país y la tan criticada república norteamericana.
Mientras que los Estados Unidos, con su sofisticada cultura anglosajona, han hecho gala de una impecable independencia judicial, nuestros gobernantes se han encargado de mostrarle al mundo su cara más pueblerina y la desfachatada informalidad que caracteriza a su forma de manejar el poder. La administración de Fernández de Kirchner está acostumbrada a manejarse como si en el resto del globo se moviera todo con la misma desconsideración y desparpajo que la amplia mayoría de los argentinos ha tenido que acostumbrarse a tolerar. Por ese motivo intentó enviar funcionarios a los Estados Unidos a “negociar con el juez” [1] cuando realmente deberían haber comenzado por honrar la palabra empeñada y en el peor de los casos, seguir el consejo del poder ejecutivo norteamericano e intentar negociar de buena fe con los acreedores, es decir con la contraparte y no con el juez. La independencia del poder judicial de los Estados Unidos parece ser un hecho intolerable para nuestros gobernantes que llegaron al ridículo de pensar en solicitar al Presidente Barak Obama que intercediera por nuestro país ante la corte.
Mientras los acreedores y el sistema judicial de los Estados Unidos han sido muy directos en todas sus exigencias y condiciones, los inquilinos de la Casa Rosada se enfocaron en proyectar una imagen que simula la  intención de cumplir con sus deudas contraídas en el exterior. De ahí el estratégico viaje a Europa del Ministro Axel Kicillof para “negociar y llegar a un acuerdo” con el Club de París, estrategia que se publicitó localmente hasta el hartazgo en todos los medios oficiales. A este respecto, los analistas económicos serios de Argentina aclararon que dicho acuerdo no podría jamás haber sido formalizado, ya que para que así fuera, el ministro debería haberse reunido y firmado un acuerdo por separado con cada país miembro del club [2].
Mientras los medios de prensa independientes de los Estados Unidos han sido muy cuidadosos en relación al respeto del estado de derecho a la hora de analizar el tema – en contra o a favor del pago a los holdouts – nuestro gobierno nacional se enfocó en internacionalizar la idea de unos supuestos “fondos buitre” que quieren acabar con nuestro país y el sistema financiero internacional. Nada está más lejos de la realidad. Los fondos que fueron estratégicamente apodados “buitre” por el aparato propagandístico de Fernández de Kirchner, son en realidad fondos de inversión libre que adquieren títulos de deuda pública de una entidad que se considera en crisis, es decir que están conformados por las deudas de estados y empresas a un valor menor al nominal, asumiendo de este modo los prestamistas el riesgo de llevar adelante las negociaciones o acciones judiciales necesarias para cobrar el 100% de su valor. El tan citado fallo del Juez Thomas P. Griesa del distrito sur de Nueva York no ha hecho más que exigir el cumplimiento de la palabra empeñada. Cuando uno contrae una deuda lo que corresponde es asumirla. ¿Usted le enseñaría a sus hijos lo contrario?.
La deuda contraída por el gobierno nacional fue firmada libre y voluntariamente por todas las partes involucradas, y pudiendo haber elegido regirse bajo las leyes de cualquier país del mundo, nuestro gobierno aceptó regir el compromiso bajo las leyes vigentes en los Estados Unidos. Ante el incumplimiento del pago, el juez a cargo de la causa falló ateniéndose a la letra de lo firmado y por ende basándose en las leyes de su país, y eso fue lo que irritó a nuestra presidenta y a sus ministros, tan acostumbrados a abusar de su poder y a arrasar con lo institucional fronteras para adentro. Salieron entonces a hacer gala de la barbarie en la que nos tienen sumidos y realizaron un pago parcial que tuvo por objetivo poner al juez Griesa en la mira de los medios de prensa y  hacerlo quedar como el culpable del inevitable default que se viene. El magistrado supo reaccionar a tiempo y dispuso que dichos fondos fueran devueltos a Buenos Aires. La barbarie cultural primó una vez más en nuestro país y el equipo de Fernández de Kirchner se enfocó en inventar un culpable en el extranjero en lugar de negociar una solución aceptable para todas las partes.
A nivel local, el gobierno nacional se tomó la molestia de reunir a los músicos y bufones de la Casa Rosada para que firmen un documento titulado "La cultura le dice no a los buitres" al que decidieron sumar su adhesión Charly García, Hugo Arana, Alejandro Awada, Patricio Contreras, Horacio Fontova, Gustavo Santaolalla, Arturo Bonín, Lito Vitale, Ricardo Forster, Alejandra Darín, Horacio González, Juan Sasturain, María Seoane, Jaime Torres, Darío Grandinetti, Eduardo Jozami, Cecilia Todd, Vicente Battista, Taty Almeida, Raúl Rizzo, Eduardo Fabregat y Taty Almeyda, entre otros [3]. Mientras tanto, en el resto de América Latina, los presidentes de los países alineados con Cuba y Venezuela han manifestado su apoyo incondicional a Cristina Fernández de Kirchner. Evo Morales, Rafael Correa, José Mujica, Dilma Roussef, Daniel Ortega, y hasta la mismísima OEA y el Parlatino han manifestado su repudio a los supuestos “fondos buitre” y todos los días se suma alguno más frente a las cámaras del canal Telesur teledirigidas desde La Habana [4].
La realidad es que el choque de culturas era vergonzosamente previsible. En los últimos meses hemos demostrado fehacientemente la ignorancia y la falta de mundo de nuestros funcionarios. Nuestros auténticos buitres locales continúan hoy empecinados en no honrar los compromisos contraídos al costo que sea, incluso conduciéndonos a todos los argentinos una vez más al abismo de un nuevo default. A quien por el momento ocupa el sillón de Rivadavia le cuesta entender que en este mismo mundo hay repúblicas de verdad, donde existe la separación de poderes y por ende se respeta la independencia judicial. Es hora de aceptar que en otros países occidentales la civilización logró triunfar sobre la barbarie, aunque en nuestra Argentina la civilización se encuentre en preocupante retroceso y la “virtud local” sea, en el mejor de los casos, la viveza criolla. A quienes nos preocupa el futuro de nuestros eventuales descendientes, debe quedarnos claro, hoy más que nunca, que la batalla cultural contra la barbarie en nuestro país es más que prioritaria.
* Daniela E. Rodríguez es Directora de Programas de la Fundación HACER en Argentina, es Licenciada en Ciencia Política egresada de la Universidad de Villa María y colabora con el equipo de investigación de HACER en Washington DC.
Referencias:

martes, 27 de mayo de 2014

Venezuela: Fundación HACER lanza Campaña de Solidaridad Internacional con la sociedad civil venezolana


Haciendo uso de la etiqueta #HACERlibreVZ, la Fundación HACER lanzó una campaña de Solidaridad Internacional con la sociedad civil venezolana, que ha venido siendo víctima durante tres meses, de la brutal represión por parte del régimen de Nicolás Maduro.

La campaña esta siendo viralizada exitosamente a través de Twitter, Facebook e Instagram. De la misma, participan mujeres jóvenes de toda América Latina, que apoyan la restauración de las libertades del pueblo venezolano, enviándonos sus fotos para ser difundidas junto a frases de grandes pensadores y personajes de la historia.

En esta oportunidad, la campaña solicitó el apoyo voluntario de jóvenes latinoamericanas, en solidaridad con sus pares venezolanas, las que lideradas por la Diputada María Corina Machado, se han convertido en importantes protagonistas de los esfuerzos por liberar a Venezuela del yugo Cubano.

Solicitamos entonces el apoyo de todos aquellos que aprecian la libertad y la democracia alrededor del continente de la siguiente manera:

* Poniéndole “me gusta” a las imágenes que forman parte de la campaña.

* Compartiendo las publicaciones que contienen las imágenes con sus contactos.




La Fundación HACER es una organización sin fines de lucro abocada a la promoción del estudio de temas vinculados a países Latinoamericanos y a la comunidad hispana de los Estados Unidos; desde una perspectiva basada en el respeto de valores de libertad personal y económica, gobierno limitado y responsabilidad individual. HACER cuenta con sede en la ciudad de Washington DC y equipos de trabajo en Argentina, Bolivia, Colombia, Uruguay y Costa Rica.


Fuente: HACER

sábado, 15 de febrero de 2014

La lucha en Venezuela.


Nuestros hermanos en Venezuela necesitan ayuda. Difundan lo que está sucediendo.

El despertar de Venezuela

                                                                                                               por Eugenio Gómez-Chico B.

Escribo hoy con preocupación al ver el sufrimiento de mis amigos venezolanos ante los excesos del totalitarismo de Nicolás Maduro. El 12 de febrero debía ser el Día de la Juventud en Venezuela, y se convirtió en un día más de excesos del oficialismo, día en que dos estudiantes murieron en manos de las Fuerzas Militares Bolivarianas. 

El gobierno privó de la libertad a estudiantes que se manifestaban de forma pacífica ante la inseguridad, y empleó sus herramientas pseudo-democráticas para pasar sobre la libertad de expresión de estos ciudadanos. La respuesta de los jóvenes fue valiente y admirable, se organizaron para marchar exigiendo la liberación de estos estudiantes. ¿Cuál fe la respuesta del gobierno? Lanzar sus cuerpos militares a desarmar las manifestaciones que se llevaban a cabo de forma pacífica en varias ciudades de Venezuela. Fue así como perdieron la vida estos dos jóvenes, cuyo pecado fue defender su libertad.

A varios días de comenzada la lucha, la situación no parece mejorar. Las fuerzas políticas de la región apoyan al oficialismo con declaraciones sobre los “revoltosos estudiantes” y la “presencia del imperio detrás de las manifestaciones.” Otros tantos prefieren mantenerse callados, indiferentes ante los gritos de auxilio del pueblo venezolano.

Foto de Gabriel Salas, estudiante venezolano.

Parece que a Venezuela le está llegando su momento, le está llegando su primavera, en que por fin la gente se unirá en contra de las arbitrariedades de un gobierno que, si bien supo llegar al poder por la vía democrática en 1999, deja muchas dudas en cuanto a sus ininterrumpidos “triunfos en beneficio del pueblo.” 

El inmaduro heredero del régimen oficialista ha tenido problemas desde el inicio. La economía no va como quisiera, y las acciones tele-dirigidas desde Cuba parecen no ser suficientes para mantener la población a raya. La liga está llegando a su límite de tensión, y el pueblo está dispuesto a romperla. No me extraña que sean los jóvenes, la conciencia de toda sociedad, quienes se estén poniendo de pie ante un sistema injusto, sangriento y totalitario. 

Pero los medios están tomados, censurados, compelidos a lanzar imágenes al país y al mundo de grandes desfiles del presidente Maduro celebrando lo primero que se le viene en gana, lanzando el mensaje de que las protestas lo tienen sin cuidado, a su vez que mantiene a la población sin posibilidad de comunicación e información vital para organizarse. Es ahí donde entramos nosotros, los activistas de la Libertad alrededor del mundo, para ayudar a difundir lo que en realidad sucede dentro de las fronteras de Venezuela. Está en nuestras manos presionar a la comunidad internacional para pronunciarse en contra de estas arbitrariedades y actos de represión. 

Escribo esto no solo para mostrar nuestra solidaridad en Más Por Libertad con el pueblo venezolano, sino para pedirte a ti lector que desde tu trinchera hagas lo propio. Si la sociedad dejamos pasar desapercibidos este tipo de actos, el día de mañana que sean nuestras libertades las que estén en juego será demasiado tarde para levantar la voz. La defensa de la Libertad está en mis manos, ¿y en las tuyas?




viernes, 14 de febrero de 2014

Venezuela: Se cae de Maduro que el pueblo reclama libertad

                                                                                                                            por Eneas A. Biglione

El pasado 12 de Febrero la sociedad civil venezolana, haciendo gala de una importante madurez cívica, salió decidida a las calles de su país a demostrar que las cosas ya no pueden continuar así, que las políticas intervencionistas y abusivas impuestas por el actual régimen – electo en condiciones particularmente cuestionables y teledirigido desde La Habana – han hecho que el día a día se torne insostenible. El pueblo venezolano, auto-convocado desde las redes sociales, muy pese al fuerte bloqueo de páginas web y las medidas extremas de censura de prensa, se hartó de la impunidad, de la corrupción, de la represión, de la inseguridad rampante, de la violación flagrante y cotidiana de sus derechos humanos, de la destrucción de la divisa nacional, del saqueo a las empresas públicas y del desabastecimiento, entre muchos otros abusos y trabas al desarrollo y la convivencia pacífica.


La fachada democrática del régimen no tardó en terminar de caerse, llamando de inmediato a la brutal represión generalizada por medio de la violencia a través de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), el SEBIN y los grupos armados no oficiales que, desde su creación, se dedican a derramar sangre y cometer delitos en las calles con total impunidad. El resultado fueron cientos de encarcelados, tres muertos y un número importante de heridos pertenecientes al valiente movimiento estudiantil en particular y al pueblo venezolano en general. La tolerancia, el diálogo y las libertades individuales fueron pisoteadas una vez más por un régimen que parece dispuesto a aferrarse con uñas y dientes al poder y al costo que sea.

La importancia del tema no es menor. Desde que Hugo Chávez fue electo en 1998, el régimen venezolano ha venido ejerciendo una perversa influencia sobre sus países satélites del socialismo del siglo XXI en el continente americano y ha venido estableciendo alianzas con países de otros continentes cuyo accionar amenaza la integridad futura del mundo occidental. En resumidas cuentas, desde HACER manifestamos total solidaridad con el pueblo de Venezuela, esperando que a la mayor brevedad posible logre reencausar sus esfuerzos hacia un modelo de país verdaderamente efectivo, libre, democrático y sostenible en el tiempo. Del desafío que los venezolanos enfrentan hoy, la lección que rescatamos para toda América Latina está muy clara: un pueblo habla, grita y reforma aquello que está mal. En el proceso, sus cuerpos podrán ser heridos o encarcelados, pero sus almas… jamás podrán serlo.

* Eneas A. Biglione es Director Ejecutivo de la Fundación HACER: www.hacer.org

Fuente: HACER

martes, 17 de septiembre de 2013

El Síndrome de la sociedad golpeada

por Daniela Rodríguez

En nuestra América Latina del socialismo del siglo XXI – la teledirigida desde Cuba por los hermanos Castro – nos encontramos con gobiernos totalitarios que maltratan a diario a la sociedad civil, tal cual como sucede en las situaciones de violencia familiar, particularmente en el caso de las mujeres maltratadas, en las que la víctima llega en algunas ocasiones a perder primeramente su dignidad y luego hasta su vida. Y es por estos dramáticos motivos que resulta natural que nos preguntemos: ¿Cómo pudo esa mujer llegar a sufrir semejante desenlace?, ¿Qué tan grave pudo hacer sido lo que ocurrió entre ella y su pareja? y específicamente ¿Por qué la víctima no realizó la denuncia correspondiente mientras vivía? Específicamente el “Síndrome de la mujer golpeada” posibilita que las víctimas terminen identificándose tanto con el poder y el valor que ven en sus parejas, que dejan por completo de pensar en sí mismas y son capaces de soportar cualquier vejación. Exactamente lo mismo ocurre con las sociedades civiles cuyos ciudadanos han dejado de pensar en sí mismos – al costo que sea – para abocarse a satisfacer la gula en materia de poder y de recursos, de la que hacen gala sus gobernantes.

Las mujeres maltratadas se han colocado en una situación en la que ya no deciden ni realizan ninguna acción por sí mismas. Sus parejas son las que deciden lo que pueden hacer y lo que no, cuando hablar y cuando callar, qué vestir y cómo actuar, entre otras tantas cosas. No son dueñas de su vida porque absolutamente todo lo deciden sus parejas. Son capaces de soportar golpes, humillaciones, gritos, insultos, encierros y todo tipo de acosos. No son dueñas de dirigir su destino ya que sus parejas deciden si deben trabajar o estudiar; y si trabajan, el fruto de su esfuerzo también termina siendo administrado por sus parejas. Entender este tipo de relaciones patológicas, se logra tan sólo interpretando la lógica del poder, ese poder que las mujeres abusadas han depositado en manos de sus cónyuges. Estas mujeres no hablan y mediante su silencio se convierten en cómplices de la situación que diariamente las lastima; es por eso que pocas tienen el valor de denunciar a su agresor, y en muchos casos se alejan hasta de sus propios familiares para no tener que confesarles la situación por la que están pasando. Interiorizan los abusos de todas aquellas figuras de autoridad por las que han creado sentimientos de subordinación y dependencia; echándose además la culpa de sus actuales situaciones. Sus autoestimas descienden a niveles mínimos y están tan desmotivadas y desesperanzadas, que carecen de la energía necesaria para lograr alejarse de sus actuales parejas, otorgándoles así cada día más poder para decirles qué hacer con sus vidas.

En los últimos diez años, las sociedades latinoamericanas cuyos ciudadanos se encuentran hoy bajo la órbita de poder del socialismo del siglo XXI, son víctimas de lo que a los efectos de este artículo de opinión daremos en llamar el “síndrome de la sociedad golpeada”. Los ciudadanos que por mala fortuna integran dichas sociedades, ya no son dueños del fruto de su trabajo, las cargas impositivas de todo tipo que enfrentan son cada vez más altas y por lo tanto sus gobiernos se han convertido en dueños de los beneficios de sus esfuerzos y emprendimientos. Dichos ciudadanos, ya no pueden decidir libremente qué ver, qué oír, qué decir, qué comprar, donde ir de vacaciones, si ahorrar en moneda nacional o extranjera, o en qué proyectos invertir. La totalidad de sus derechos fundamentales han sido mutilados. Sobreviven en un ámbito de tal polarización que ya ni siquiera pueden emitir una opinión contraria al gobierno en una reunión familiar o de amigos de toda la vida, porque eso implicará involucrarse necesariamente en una dramática e inútil discusión con sus seres más queridos. Sin embargo, pese a esta tormentosa realidad, estas sociedades golpeadas y muertas de miedo, le siguen otorgando más poder a sus gobernantes. Poder que se traduce a diario en una total violación de sus libertades individuales y en un desperdicio de las oportunidades para que sus países crezcan. En vez de poner límites al poder de sus gobernantes, dichas sociedades ahora escasas de autoestima, amplifican la arrogancia gubernamental diariamente. A sus gobernantes les exigen que continúen intentando satisfacer todos y cada uno de los problemas que aquejan a su gente en materia de educación, salud, transporte, pobreza, marginalidad, turismo, recursos energéticos, lucha contra las sustancias ilegales, obras públicas, inmigración, catástrofes naturales, medioambiente, empresas públicas deficitarias y un larguísimo etcétera, porque pese a que el tiempo ha demostrado que dichos gobiernos jamás lograrán solucionar sus problemas, sus ciudadanos golpeados se sienten incapaces de hacer frente a dichas responsabilidades sin su ayuda. Se han generado así aparatos estatales monstruosos en nuestra región de los que ninguna actividad logra escaparse, quedando todo bajo sus controles y sus sociedades limitadas a aceptar todo lo que se les imponga desde un comodísimo sillón presidencial.

Dadas las condiciones descriptas, resulta verdaderamente difícil que los ciudadanos que conforman una sociedad golpeada logren retomar las riendas de sus destinos. Y es que estos gobiernos sí han realizado un muy buen trabajo desmoralizando a nuestra gente. Resulta sin embargo más que interesante comprender que en su enorme afán de despojarnos de todo, a algunos les han ido quitado tantas pero tantas cosas, que últimamente a muchos han terminado quitándoles hasta el miedo…

* Daniela E. Rodríguez es Directora de Programas de la Fundación HACER en Argentina-Córdoba, es Licenciada en Ciencia Política egresada de la Universidad de Villa María y colabora con el equipo de investigación de HACER en Washington DC.

Fuente: HACER

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Entender la corrupción

por Goergina Ríos
El pasado 17 de abril, Gustavo A. Madero, presidente del Partido Acción Nacional, dio a conocer a medios de comunicación nacionales audios en los que varios funcionarios de la Secretaría de Desarrollo Social del estado de Veracruz hacían uso del programa Oportunidades para fines electorales y con ello beneficiar al PRI en las elecciones que se llevarían a cabo en ese estado.
        Sin embargo, el problema fue que más allá de sancionar una práctica de corrupción rampante y exigir la renuncia de los funcionarios involucrados, el presidente Peña Nieto dio un espaldarazo a Rosario Robles, la titular de la dependencia a nivel federal, desencadenando todo tipo de descalificaciones de los partidos de oposición.
            Desafortunadamente, ejemplos como éstos abundan a lo largo y ancho de territorio nacional sin que realmente se les castigue y con ello se impida que sigan sucediendo. Por ello es que en todos los ámbitos de la cotidianeidad mexicana es lugar común afirmar que la corrupción es uno de los grandes flagelos que mantienen a México estancado en el subdesarrollo. Y pese a que son de conocimiento general los efectos nocivos que trae consigo, una enraizada tolerancia a procesos y resultados mediocres, aunada a una evidente indolencia de la clase política a la presión social para disminuirla, han mitigado las posibilidades de atajarla con efectividad.
            Esto no es efecto de una falta de urgencia compartida, es resultado de un diagnóstico equivocado del fenómeno y de un consecuente mal tratamiento que ha llevado a sociedad y Estado a entenderla desde el aislamiento de su espacio. Así, el peso del contexto ha prevalecido sobre el endeble esfuerzo para coordinar una estrategia común entre ambas partes que pueda trascender la inercia de la retórica.
            De esta manera, entendiendo este fenómeno como uno de tipo multisectorial con varios orígenes y vertientes, resulta evidente que su combate debe darse desde distintos frentes. Uno de ellos, el de la sociedad civil, es de particular importancia en el marco de un país que comenzó tardíamente su proceso de democratización y viene arrastrando años de prácticas gubernamentales negligentes y poco transparentes.
La sociedad civil, como ese tercer sector que, según Norberto Bobbio, se desarrolla fuera de las relaciones de poder y desde ese ámbito de acción busca construir ciudadanía, debe aspirar a crear un verdadero cambio con base en una visión integral para atacar la corrupción y generar cambios concretos en el marco institucional para que éstos eventualmente arraiguen en la comunidad la cultura de la legalidad.
Siguiendo esta línea de argumentación, una de las promesas que, con ciertas reservas, generó adeptos a Enrique Peña Nieto durante su campaña presidencial fue la de la creación de un órgano anticorrupción que se encargue de corregir las prácticas gubernamentales viciadas y, de ser necesario, castigue o sancione a quien incurra en ellas o las fomente.
De entrada, la creación del órgano anticorrupción ha supuesto el reacomodo de la administración federal desapareciendo la Secretaría de la Función Pública (surgida durante la administración de Vicente Fox y siendo su estandarte anticorrupción), y un acalorado debate sobre la autonomía del Instituto Federal de Acceso a la Información. Sin embargo, su creación parece inminente aún cuando hay serias dudas sobre sus funciones y límites de acción.
En este sentido, distintas organizaciones de la sociedad civil, entre ellas Transparencia Mexicana, el capítulo nacional de Transparencia Internacional, han hecho señalamientos que vale la pena considerar por su valor crítico y analítico. Y aunque va más allá del alcance de este artículo analizar a profundidad las mismas, me centraré en las que considero más importantes por su relevancia.
En primer lugar, es necesario tener claramente definido cuál será el mandato del nuevo órgano. Es decir, es evidente que el objetivo principal será reducir la corrupción lo más posible, pero necesita estar bien establecido en los estatutos que regirán su actuar cómo es que se hará, desde promover mayor control dentro de la administración pública hasta el establecimiento de las sanciones a las que se harán acreedores quienes incurran en prácticas corruptas.
En segundo lugar está el diseño del organismo para su óptimo funcionamiento así como el proceso de selección de quienes se encargarán de dirigirlo. En este punto, los partidos políticos difieren, aunque no sustancialmente, sobre la cantidad de miembros que debe tener el órgano y su duración en el cargo, y el único punto de acuerdo es que sería ideal que todos sean abogados.
Tercero, y quizá el punto más importante, es el que se refiere a los mecanismos de control al interior del propio organismo. Resulta predecible que es el que más discusión ha generado y más desacuerdo ha despertado entre quienes discuten la trascendencia del órgano anticorrupción, pero en el caso específico de Transparencia Mexicana, más allá de alcanzar una óptima rendición de cuentas, es imprescindible que quienes integren el órgano puedan ser sujetos a juicio político por su mala administración y con ello mandar un mensaje de no impunidad y apego irrestricto a la ley.
Finalmente, está el establecimiento de parámetros de medición efectivos que permitan saber qué tan eficaz está siendo el órgano en el cumplimiento de su deber. Sin embargo, al momento parece no haber mecanismos explícitos ni herramientas efectivas que puedan proporcionar resultados al respecto.
Así, la participación de la sociedad civil en el combate a la corrupción en México es de vital importancia para el fortalecimiento del marco democrático e institucional del país, al tiempo que aviva la participación ciudadana en la vida nacional y promueve medidas efectivas para que su trabajo salga de la invisibilidad, haya una apertura gradual de espacios y un auténtico cambio de conciencia colectiva.